«Choque» gastronómico de un maño en Alemania

que_pasa

Aún no se había inagurado el curso académico en la Universidad de Zaragoza y Guillermo Saldaña ya había partido hacia Quakenbrueck (Alemania) para hacer una estancia doctoral de 3 meses, y como a todo amigo que se va fuera le dije que estuviera bien atento a todo tipo de curiosidad gastronómica que pudiera aportar a El Blog de Bertus.

¡Y qué sorpresa! La primera semana me escribió una crítica de las primeras impresiones de los habitos gastronómicos alemanes que os recomiendo que la leáis. Os la dejo a continuación:

Acabo de aterrizar en Alemania, en un país cuyo idioma desconozco, y más solo que la una. Y cuando estas solo, y no sabes el idioma, con quien más hablas es contigo mismo. Estaba pensando yo en filosofía, en esa gran pensadora que dijo en una ocasión que «España huele a ajo». Bueno, pues suponiendo que cada país tenga su propio olor, el olor de Alemania es sin duda, el de kebab.

Es un aroma que ha llegado a saturarme, en ocasiones. Los primeros días conseguía abrirme el apetito, sobre todo a las horas en las que normalmente come un español, pero cuando huele así desde el momento en que pones un pie en la calle, cansa. Es que aquí es bastante popular la comida rápida, pero nada de McDonalds, ni «borriquis», sino los puestos de salchichas, donner, bistros (no, nada que ver con Chiquito, así llaman a los restaurantes italianos, aunque no lo sean ni por asomo), chinos o indios. No pasan 50 metros sin que puedas ver uno de estos establecimientos, y la gente comiendo en ellos. Lo mas curioso del tema no es el menú que ofrecen, de por si bastante monótono comparando un local con otro, sino la gente que come aquí. O más bien la manera, ¡de pie! Parece que para ellos comer no suponga un placer (depende de lo que comas, vale), sino una perdida de tiempo que podrían suplir inyectándose un suero híper nutritivo directamente en el corazón.

La gente llega al garito en cuestión, piden y se ponen a comer bien sea dentro o fuera, en mesitas altas, casi siempre individuales, o en la barra, si tiene. Y por cierto, hablando de mesitas individuales, no se me ha escapado que tampoco lo consideran un acto social, esto de comer. A parte de hacerlo de pie, lo hacen solos, casi siempre. Para un español es bastante chocante ver a la gente comiendo de pie, y a solas. ¡Y a cualquier hora! Aquí la gente no para de comer, sea la hora que sea puedes ver a alguien comiendo en la calle, en los susodichos locales o caminando por la calle, mientras esperan al tranvía o dentro del tren.

currywurst_vw

Da igual lo que sea, pero comen. Donner, como no, dulces con azúcar glaseé y/o chocolate, bretzel, que son unos lacitos gigantes de pan solo, o con queso, salchichas con curry y patatas fritas (currywurst mit pommes frites) o bocadillos variados. El caso es comer, así normal que la gente sea como es de grande. Aquí hasta el más delgado es alto y, aunque de todo hay, abundan las mujeres tipo «vikinga», altas, orondas y de mofletes sonrosados. Y esos cuerpos hay que mantenerlos.

Otra cosa que me ha llamado la atención es el pescado. No me refiero a un lenguado a la plancha, bacalao con tomate o medallones de merluza. Paseando por Hamburgo, por la zona del puerto (puerto fluvial, vaya río tienen), me fije en los puestos de comida para llevar que tienen allí. No hay que pararse a mirar solo los carteles, que te dan cierta información, sino las vitrinas donde tienen todo aquello que te ofrecen. Contrariamente a lo que se podría pensar de una ciudad con tal nombre, lo mas típico, o extendido de Hamburgo no son las hamburguesas (bueno, las mujeres de Hamburgo serán hamburguesas, pero ni se me ocurrió hincarle en diente a ninguna de ellas), sino los bocadillos de pescado. Si, así, tal cual. Pan, lechuga, tomate, filete de pescado crudo, y pan. Se podría entender teniendo en cuenta la proximidad de Hamburgo al mar, y la magnitud de su río, pero comerse un «filetofen» de pescado así… el caso es que la situación no es solo típica de esta ciudad, sino de, al menos, toda la región en la que me encuentro (Baja Sajonia), donde he podido ver en mas sitios como venden esta delicia culinaria que me voy a abstener de probar, ya que mi religión me lo prohíbe. En cuanto a las hamburguesas, acabe probando una (de las que vienen entre pan y pan y no caminado, que no) y la verdad es que nada del otro mundo… Es más, me la sirvieron fría como si tal cosa.

codillo

Claro que también podemos encontrar verdaderas delicias culinarias por aquí. Mi nota mas alta va para un plato que probé en Bremen, el codillo de cerdo con chucrut (Schweinshaxe mit sauerkraut). Es un asado típico alemán, de la parte del codo o rodilla del cerdo. Es realmente sabroso y tierno, a la par que crujiente en su parte más externa. Se suele acompañar de guisantes, puré de patatas, mostaza y chucrut, que es col hervida con bastante arte, con vinagre o limón.

schnitzel

Otro plato netamente alemán, a parte de la infinidad de salchichas que se pueden encontrar por todos lados, es el schnitzel, que no es más que un filete empanado, o en ocasiones, un «san Jacobo» o «libro». El caso es que el que me sirvieron a mi lo habían cocinado con bastante arte, y quede bien satisfecho. También hay algún que otro plato a base de setas, a las cuales deben ser bastante aficionados.

Y para quien sea goloso, puede acabar la jornada degustando chocolate. Entre en una tienda del centro de Bremen, con tanto tino que luego me entere que son los más famosos productores de chocolates de la ciudad. Hachez, para quien le interese. A parte de los típicos chocolates puros, con leche o con frutos secos, pude ver alguno mas curioso, como por ejemplo uno que lo combinaba con guindillas (creo haber leído en algún sitio que así es como se tomaban el chocolate los aztecas, incas y mayas, antes de que en Europa se transformase en un dulce).

Tanto chocolate acaba dándote sed, y aquí se plantea un problema. O vas a base de cervezas, cosa también muy alemana, o a base de refrescos. Si eliges la cerveza, no hay problema, tienes todas las que quieras, y gracias al libre mercado, cualquiera se puede encontrar en España. Yo al menos, no he visto nada especialmente diferente todavía por aquí, aunque no soy para nada experto en cervezas. Yo soy más de refrescos, y he podido comprobar que cada país tiene un gusto en cuanto al gas. Es cierto que una «Cocacola» en España no es la misma que en otro país del mundo, cada uno tiene su receta. Y eso lo digo por el gas. Aquí les gusta bastante el gas, de hecho es bastante difícil encontrar agua sin gas, y si pides agua, ha de ser especificando que la quieres sin gas. Las burbujas en general son bastante más pequeñas, mas finas, a lo que estamos acostumbrados en los refrescos españoles. Y más abundantes. Tanto es así, que a cado trago que bebo, me suben unos eructos grandiosos que he tenido que aprender a disimular si no quiero espantar a mis compañeros de trabajo.

Las diferencias entre Alemania y España no son tan grandes, son más bien sutiles, pero que a poco que se abran los ojos y se observe se pueden apreciar. Y por las horas que son, voy a ver si aprecio alguna que otra diferencia en la cantina.

Un texto de Guillermo Saldaña

Espero que Guille siga colaborando, sus sensaciones, críticas y aportes son siempre bien recibidos en el blog.

Ale, maño, ¡nos vemos pronto!

Otros artículos de Guillermo Saldaña en El Blog de Bertus | Pulsos Eléctricos de Alto Voltaje. Nuevas Tecnologías de Conservación de los Alimentos

En El Blog de Bertus | Viaje a Suecia: visita a un Erasmus

Compártelo / Share this...
Share on LinkedIn
Linkedin
Tweet about this on Twitter
Twitter
Share on Facebook
Facebook
Email this to someone
email

6 Comments Posted

  1. Muy ameno el texto, espero se cuide, la cerveza sube bastante el acido urico y con eso arriba toca bajarle a las carnes rojas y a los embutidos, asi que viva el refresco….

    Ese es otro punto interesante, aqui en Colombia existen gustos para cada region, no toca salir del pais para cambiar la cantidad de gas de una cocacola o cualquier otro refresco.

  2. jajaja… muy bueno!!!
    mi abuelo vivio casi toda su vida en Alemania y las comidas en su casa eran geniales: mi «abuelastra» ponía la gastronomía alemana y mi abuelo el concepto festivo de la comida.
    La mesa se llenaba de comida y gente feliz, comiendo, riendo y brindando Prost!
    ¡Qué recuerdos!

  3. Ivan, ya le comentaré a Guille lo de la cerveza y tal, pero como no es muy bebedor, no habrá problema.

    Doña Col: qué bien tener esa mezcla cultural en casa y poder disfrutar de nuestra gastronomía y de la alemana. Prost!

  4. Me ha gustado la idea de este artículo, y además es muy interesante. Muy curioso lo de la comida como mero trámite solitario, ¿no? Al menos para nosotros, que estamos acostumbrados a que sea una especie de reunión social.

  5. A mí si algún día me toca comer solo por cualquier motivo me siento super extraño, es una reunión social, como bien dices.

    Saludos

  6. ME alegro de que os haya gustado. Yo sigo por aqui, y seguire las proximas semanas. Espero tener suficiente arte en los dedos para comentaros algun detalle de los supermercados… Ya me ire fijando!

2 Trackbacks & Pingbacks

  1. “Choque gastronómico” de un maño en Budapest | El Blog de Bertus
  2. Una merienda en el laboratorio: chocolate a la taza de Colacao y maizena | El Blog de Bertus

Leave a Reply

Your email address will not be published.


*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.